
Una mañana en la comisaria, estaba con mis compañeros, tomando un café y tortitas. Era una mañana muy fría, como muchas de otras.
Al rato nos buscan en la comisaria diciendo que en la casa de su vecino había ruidos y gritos en una casa en la avenida Montapuerco 543…. Y decidimos ir con mis compañeros, en nuestros caballos.
Cuando llegamos, vimos una casa grande, vieja, ya casi caída, golpeamos la puerta y nos abrió un chico. Cuando nos abrió, preguntamos si estaba todo correcto, nos dijo que sí, le dijimos si podíamos pasar a revisar.
Cuando entramos, todo estaba oscuro, hacía mucho frío, entonces cuando estábamos inspeccionando él nos invitó a tomar un té, nosotros como teníamos mucho frío, aceptamos.
Ya allá dentro de la habitación nos trajo las sillas, el té y nos pusimos a charlar, él comenzó a ponerse más nervioso, con mis compañeros nos miramos, pero seguimos hablando, pasaba el tiempo y él se ponía más nervioso, se paraba, hablaba más y más fuerte, en un momento comenzó a gritar, ¡sí, soy nervioso! Dijo, ¡yo lo maté!, si al viejo, yo lo maté.
Entonces quitó su silla y empezó a quitar tablas, fue sacando las partes del cuerpo que él había descuartizado, nosotros nos sorprendimos mucho, lo esposamos, mis dos se quedaron con él, mientras yo fui a buscar a la ambulancia. Cuando volví con la ambulancia, nos dijeron que ya estaba muerto, que ya no había manera de hacer que vuelva a la vida. Nosotros medio traumados por la situación, nos fuimos, nos llevamos al chico, le preguntamos a mi jefe que hacíamos con él nos dijo que lo llevemos al psiquiátrico. Y esa fue mi noche en esa espantosa casa.